¿Las pinturas de objetos ocultos de Pieter Bruegel contra la soledad? ¿Los nenúfares de Matisse contra la depresión? ¿O Caspar David Friedrich para prevenir el agotamiento? Probablemente el enfoque no sea tan específico. Pero ofertas culturales como visitas a museos, música, teatro o actividades creativas se utilizan cada vez más en todo el mundo para prevenir o tratar enfermedades relacionadas con el estilo de vida.

Cultura contra enfermedades
La cultura como medicina parece ser una receta de éxito. El programa Museums on Prescription lleva funcionando en el Reino Unido desde 2014: los médicos de cabecera recetan visitas a museos para aliviar el aislamiento social y el sufrimiento psicológico. El proyecto, financiado por el Gobierno, ha reducido de forma demostrable el número de visitas al médico y de estancias hospitalarias.

Desde 2018, los médicos de Montreal (Canadá) pueden recetar a sus pacientes entradas para el museo de arte, y el seguro médico cubre los gastos. Los participantes informan de una calidad de vida significativamente mejor y un mayor bienestar mental. Desde 2021 existen programas similares en Bruselas y Neuchâtel (Suiza). Allí, los médicos prescriben visitas a museos y jardines, principalmente para combatir la depresión, el agotamiento y la soledad. En Bremen, están en marcha proyectos piloto en los que personas con problemas de salud mental asisten a cursos de dibujo o teatro de improvisación. La OMS también recomienda expresamente incorporar actividades culturales a los programas de promoción de la salud para reforzar la resiliencia y el bienestar.


Sumérjase en el arte
El arte toca el alma, y a veces todo el cuerpo. Ya sean antiguos maestros o vanguardistas, impresionistas o pop art: las exposiciones se centran cada vez más en las experiencias. Los formatos inmersivos conquistan museos de todo el mundo y atraen a un público cada vez más numeroso. Por ejemplo, la Experiencia Inmersiva Van Gogh: en ciudades como Berlín, Londres y París, los visitantes pueden sumergirse en las obras de Van Gogh, con proyecciones de gran formato, elementos de realidad virtual y salas especiales. El arte cobra vida digitalmente. El Jardín de Monet en Colonia es igualmente impresionante. Allí, instalaciones espaciales y efectos visuales escenifican el mundo del impresionista francés. Nenúfares diferentes: multimedia y lo suficientemente cerca como para tocarlos. La artista más famosa de Japón , Yayoi Kusama, lleva décadas trabajando con su enfermedad en mundos a gran escala, a menudo sin cita previa. De niña sufría alucinaciones, veía patrones de puntos y redes y temía disolverse en ellos. Las alucinaciones se convirtieron en parte integrante de su arte.

Consejos para visitar museos
Una visita a un museo no necesita gafas de realidad virtual ni proyecciones de gran formato. Incluso el entorno estético de un museo puede ser relajante: Por ejemplo, el famoso Patio de Rivera del Instituto de Arte de Detroit, en Michigan. O la Colección Oskar Reinhart de Winterthur, cerca de Zúrich. Allí, los visitantes pueden disfrutar de un picnic con Picasso: una manta mullida, cojines y una cesta llena de especialidades españolas, temáticamente coordinadas con las obras de la colección. Bajo viejos árboles frutales, la excursión se convierte en un bálsamo para el alma y ayuda a aliviar el estrés. ¿O qué tal una relajante contemplación del famoso cuadro de Caspar David Friedrich Dos hombres contemplando la luna? Como muchas de sus obras, pertenece a la colección de las Colecciones Estatales de Arte de Dresde, en el Albertinum. Los oscuros mundos de pesadilla del surrealista HR Giger, conocido por películas como Alien, Dune y Poltergeist, siguen vivos en el Museo HR Giger . Una visita a Gruyères, en Suiza, es una fiesta para los aficionados a la ciencia ficción, pero una inquietante prueba de valor para todos los demás.

Sólo los egocéntricos son incurables
Sólo a los narcisistas no les ayuda una visita al museo por prescripción facultativa. Los espacios inspiradores, las obras creativas o los impulsos sociocríticos les dejan fríos. En la era de la adicción al selfie, se escenifica allá donde va y se para, enviando siempre el mismo mensaje: “¡Mira, sólo a través de mí este lugar se vuelve verdaderamente bello! “
