
Mientras que en otros lugares la protesta y la simpatía se dirigían principalmente a los habitantes que tuvieron que abandonar sus hogares a la fuerza, ahora es el clima. El hecho de que los combustibles fósiles siempre han sido perjudiciales para el clima estaba de alguna manera claro, sólo que no estaba en el primer plano de las protestas anteriores.

Los ocupantes ilegales de Lützerath también se han instalado en su campamento. Las cabañas autoconstruidas y las instalaciones comunales de este asentamiento así lo atestiguan. Todos los que vinieron pudieron contribuir a la realización de esta idea: Lützerath sella bajo sí una gruesa capa de lignito que no debe quemarse. Porque es la única manera de cumplir el objetivo climático.

A pesar de su determinación, la resistencia sigue siendo no violenta. Los que están aquí no se van voluntariamente, sino que provocan retrasos con mucha creatividad. Cuanto más elaborada es la operación y más tiempo lleva, más se plantea la cuestión de si el compromiso político merece la pena.

Las conversaciones de los activistas con los policías implicados son, en su mayoría, de naturalidad. “Yo también asumo todo esto por tus hijos”. El intercambio de ideas que sigue a tales declaraciones hace reflexionar a más de un policía.

Sólo en lugares como Lützerath se puede intentar comprender realmente algunos problemas.
Actividad contra la dimisión
Siete años antes, en el pueblo vecino de Borschemich, la situación era muy distinta.

En el borde del pozo, cerca de Lützerath, hay una amplia vista de la mina de lignito a cielo abierto. Donde ahora bosteza el enorme agujero, había muchos pueblos cuyos habitantes fueron reasentados. En el lugar donde ahora se alza la gran excavadora se reunieron el 27 de febrero de 2016 los antiguos habitantes de Borschemich, que desde entonces se han dispersado para construir un nuevo hogar. Habían quedado en reunirse en la antigua plaza del pueblo para talar ellos mismos el viejo tilo del pueblo.

Todos los antiguos aldeanos tuvieron que soportar sus propias pérdidas debido al traslado. Juntos, sin embargo, no querían dejar que el viejo tilo, con el que todos tenían gratas asociaciones, fuera destruido despiadadamente por RWE. Se reunieron tomando sopa y cerveza, intercambiaron recuerdos y al final uno u otro se llevó un trozo del viejo tilo a su nuevo hogar. Se tala el tronco del pueblo.